Me encontraba hace unos días buscando una cita en el clásico libro de Napoleon Hill. En el capítulo que trata sobre la Perseverancia, me llamó la atención una frase que en su momento pudo pasarme desapercibida, pero que supone un pensamiento genial y muy oportuno.

”A veces parece como si existiera un guía oculto cuya tarea consistiera en poner a prueba a los hombres por medio de toda clase de experiencias descorazonadoras. El guía oculto no permite que NADIE disfrute de grandes logros sin pasar por la prueba de la perseverancia y quienes no la superan nunca llegan a donde querían llegar”

Esta reflexión, me hizo recordar que no hay atajos que nos lleven directos hacia el punto en el que queremos ver cumplidos nuestros objetivos. Parece ser que debemos equivocarnos y tropezar para crecer. Es como si debiésemos pasar realmente por el purgatorio antes de llegar a nuestro cielo.

Hoy incontables ejemplos en la historia de la humanidad, de experiencias dolorosas superadas por la determinación de aquellos que creyeron en su idea por encima de las circunstancias. 

La lista de situaciones en las que puede acudir el desaliento suele ser bastante extensa. Por ello,  debemos aprender cuanto antes,  a vivir sorteando obstáculos.

Todos podemos contar alguna experiencia en este sentido, seguro que tú también. Momentos en los que se pone a prueba nuestra paciencia y temple. Situaciones límite en las que nos vemos abrumados por situaciones que creemos insalvables.

Retos que creemos están por encima de nuestras posibilidades, donde es fácil desistir, eligiendo quizá el camino menos doloroso del abandono.

Posiblemente, vamos a sentir el fracaso, el dolor de la derrota a grandes dosis antes de alcanzar nuestro propósito.

Mantener el autocontrol, la autoestima y la presencia de ánimo ante el fracaso es psicológicamente un reto. El fracaso remueve nuestros cimientos y hace tambalear nuestras creencias haciéndonos desfallecer, sintiendo que todo lo que hayamos conseguido con anterioridad no ha valido la pena, cuestionándonos lo que estamos haciendo, surgiendo entonces la duda como factor paralizante.

Esto es nuestro paso por El Purgatorio, una proceso necesario que permite afrontar futuros retos con mayor eficacia, aumentando la confianza en la toma de decisiones.

La perseverancia es el antídoto ante la frustración y es capaz de rellenar casi cualquier otro espacio de carencia.

La perseverancia consiste en mantenerse sin cambios en la acción y el propósito de un proyecto hasta su consecución, empleando todos los recursos humanos y técnicos posibles, actuando con tenacidad y constancia, insistiendo aún en ausencia de resultados y a pesar de las adversidades, de imprevistos o fallos que puedan aparecer durante el proceso.

El término perseverancia procede del latín y significa constancia, persistencia, firmeza, dedicación o tesón, tanto en las ideas como en las actitudes, en la realización de algo, en la ejecución de los propósitos.

Es la capacidad para seguir adelante sin rendirse a pesar de las dificultades, el fracaso ocasional, el hastío y la frustración. Es intentarlo una y otra vez con calma, serenidad, determinación y fe estando por encima de las circunstancias, y para ello hay que tener metas y objetivos claros e ilusionantes que permitan mantener en el tiempo la fuerza impulsora que proteja firmemente el propósito.

La perseverancia es pieza fundamental en el camino del éxito. La persona perseverante considera el fracaso como algo temporal y parte del proceso de aprendizaje. No importa el número de intentos, porque el éxito está determinado por la fortaleza de tu deseo y queda expresado por la fórmula «n + 1» siendo «n» el número de intentos.

La perseverancia refuerza el carácter y evita dejarnos llevar por lo fácil y la gratificación inmediata, como ya tratamos en la cultura del cortoplacismo. Los proyectos valiosos requieren tiempo, trabajo y todos los ingredientes contenidos el mapa del genoma.

El Purgatorio es ese estado transitorio en el que se depuran las culpas en la tradición Católica para alcanzar el Cielo y que he tomado como metáfora. Como empresarios vamos a vivir situaciones complicadas, situaciones en las que se nos va a poner a prueba mientras cogemos temple y posiblemente,  vivamos experiencias dolorosas como camino de crecimiento.

Un paso por el purgatorio donde definitivamente salimos reforzados sólo si somos perseverantes y merecedores de pertenecer a ese reducido grupo de personas que hacen que el mundo se mueva.

Si supieras quién te acompaña en todo momento, por esa senda que has elegido, no volverías
a tener miedo ni incertidumbre. Hellen Schucman.

 

 

© 2.015 Gabriel Hernández Guillamón

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